Juegos de azar

(El siguiente microrrelato está inspirado en la fotografía que acompaña a esta entrada. Se trata del reto «Viernes creativo» del blog «Escribe fino»)

Juegos de azar

JUEGOS DE AZAR
Cada vez que mi marido escucha hablar sobre el perineo, la próstata o el punto G, acaba cortando en seco la conversación y afirma y reafirma que esas son cosas de homosexuales. ¡A él que ni de pequeño pudieron ponerle un supositorio!
Hace dos semanas acertamos una de trece y el sábado pasado salimos a celebrarlo. Creo que fue la falta de costumbre pero después de la cena y las copas regresamos achispados, y con ganas de jugar. Comencé a besarle donde más le gustaba, y fui mordisqueándole el cuello, las orejas, los pezones… Recorrí con mi lengua cada centímetro de su cuerpo y cuando noté cómo su excitación iba creciendo quise explorar más allá. En cuanto me puse a ello me fulminó con la mirada, pero continué masajeando hasta que conseguí que estallara de placer.
Tengo catalogado ese sábado como uno de los mejores desde que nos conocimos, y creo que para él también lo fue. Y sin embargo lleva toda la semana, y apenas me ha hablado, pero me he dado cuenta que desde entonces apuesta de forma compulsiva a los juegos de azar.

(186 palabras)

DEP

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Delirante desfile de difuntos descreídos de Dios. Danza desafiante de decenas de desdichados, deseosos de despedirse del deambular diario. Decorado dantesco de despojos dementes,  demandando descanso después de dieciocho días de desahucio divino.

Derroche de duelo, desdicha, degradación… Domingo de difuntos, domingo decrépito, domingo de dolor.

 (46 palabras)

Última cena

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Se miran y brindan entrelazando sus manos. Juan saborea el Rioja pensando que aquellos intensos aromas serán uno de los últimos placeres para Carmen. De hoy no pasa. Carmen juguetea con la copa segura de que el poco paladar de Juan bastará para no apreciar el amargo sabor a almendras.

(50 palabras)

Premonición o pesadilla

premonición

Llevan años casados, apenas se tocan y acurrucan entre ellos las discusiones que consideraban banales cuando eran novios. Su cuarto hijo nació la semana pasada y ya se siente menos querido. Sopesa las ventajas y desventajas del matrimonio cuando una alarma le recuerda que hoy conocerá a sus futuros suegros.

(50 palabras)

(La imagen está tomada de aquí)

La caja

La caja

Cada vez que cierra el arcón le invade una catarata de recuerdos. Y aunque han pasado veinte años vuelve a revivir aquella época de una infancia torturada en la que en casa solo había hambre, y su existencia se reducía a malcomer, dormir en posición fetal y hacer sus necesidades encerrado allí adentro.

Jamás olvidará aquellas cuatro paredes y su olor a madera vieja, la oscuridad y el sonido amortiguado de la vida allá afuera, donde esperaban los monstruos. Las pocas veces que salía, entumecido y con los ojos cegados, le retumbaban los gritos roncos de la mujer que decía ser su madre, solo por haberse casado con su padre, acompañados por las risas de aquellos bastardos, que al menos nunca le llamaron hermano.

Esa agonía, a esas edades, deja marcas eternas, pero ha aprendido a ser fuerte. Por eso no grita, ni habla, y casi ni escucha las súplicas de los niños del barrio cuando echa el cerrojo.

(159 palabras)

En soledad

13D

Entró en mi oficina y, casi antes de sentarse, empezó a hablar. Soy muy desgraciada, me soltó a modo de titular. Me contó que hacía tres meses la habían despedido del trabajo; que llevaba cinco años separada pero su marido seguía abonándole la pensión; que acababan de exigirle el pago, con intereses, de un recibo por haberse retrasado dos días en hacerlo efectivo; que yo le parecía una persona honrada… Supuse que se había equivocado de despacho, pero la escuché, sin interrumpirla, esperando a que acabara su charla para retomar mis asuntos. Varios minutos después soltó un suspiro y se levantó. Me dio dos besos, un apretón de manos y emocionada me agradeció el haberla escuchado. Cuando la puerta se cerró a sus espaldas, decidí acabar el autodefinido.

(128 palabras)

Me gustaba

11
Me gustaba el número 11.
Me gustaba el riesgo.
Me gustaban los rascacielos.

Me gustaba ser el protagonista allí donde iba.
Me gustaba chillar.
Me gustaban los martes.

Me gustaba viajar.
Me gustaba septiembre
Me gustaban los aviones.

Me gustaba sentir la adrenalina en mi cuerpo.
Me gustaba Nueva York.
Me gustaban las casualidades de la vida.

Hasta aquella mañana de 2001 cuando a las 8:46, hora estadounidense, todas mis aficiones se dieron cita en una torre.

(77 palabras)

En el vagón de enfrente

Escribe fino

(El siguiente microrrelato está inspirado en la fotografía que acompaña a esta entrada. Se trata del reto «Viernes creativo» del blog «Escribe fino»)

El miércoles pasado la vi por primera vez. El tren paró en Orcasitas, y al levantar la mirada del periódico noté que en el vagón de enfrente una muchacha rubia me observaba fijamente. La casualidad hizo que los dos días siguientes volviera a verla, de idéntica forma, y así se fue creando entre nosotros un vínculo, alimentado por miradas y sonrisas furtivas. El viernes me cambiaron de turno en la empresa y apenado creí que ahí acababa todo. Sin embargo el lunes, otra vez en Orcasitas, los trenes se cruzaron y allí estaba ella. Ayer acudí al médico y entré a trabajar más tarde. Y me la crucé de nuevo. Intrigado, hoy he decidido tomar el tren dos horas antes y he vuelto a encontrármela. Por primera vez me he levantado del asiento, he ido hasta la ventana y me he fijado más en ella. Al ver el título del libro que estaba leyendo, y su sonrisa fofa, la atracción ha dado paso a un sudor frío y un dolor punzante en el pecho.

(174 palabras)